miércoles, 29 de junio de 2011

LLUVIA

Los escucho quejarse de la lluvia y su tristeza,
yo pienso en mi padre escampando su trabajo en el campo,
oigo sus quejas contra el agua cantarina, 
sonrío (mi corazón sonríe) :
los brazos de mi padre ya no serán heridos por el sol.

jueves, 16 de junio de 2011

"LA FELICIDAD"

Ellos tienen razón
esa felicidad
al menos con mayúscula
no existe
Mario Benedetti. 


Me he puesto a pensar sobre qué es la felicidad, más bien, me he dado cuenta esta tarde al enviar sin razón aparente un mensaje de texto que decía: "Soy verdaderamente una persona feliz", que la felicidad para muchas personas está basada en la ausencia de cosas, personas o situaciones malas; pues bien, creo que están en un error, creo que la felicidad es la capacidad de percibir todas aquellas cosas buenas que nos pasan, de valorarlas y de concentrar nuestra atención en el placer que nos provocan. La felicidad radica en nuestra disposición por disfrutar el mundo y todo aquello que nos rodea, no en nuestra capacidad de erradicar las cosas malas o huir de ellas. A veces, ¿por qué no decirlo?, pienso en las deudas, en los problemas que traerá el futuro, en lo que no tengo, en lo que no debería de tener, en el exceso de trabajo, en los obstáculos; pero pensar en ello no me hace menos feliz; a pesar de todo me considero una persona afortunada, porque hago lo que quiero y estoy con quien quiero y porque soy conciente de que soy feliz, porque quiero serlo; así nada más, tan simple como ese par de palabras.

miércoles, 15 de junio de 2011

DESASTRE.



Estoy aquí, me doy cuenta, formo parte del desorden de tu casa; a veces me escondo bajo los platos que se apilan a un lado de tu cama. Me gusta resbalar en los libros que empiezas y olvidas a la décima página; inauguro torneos en la ropa esparcida en las esquinas, ¡qué increíble juego inauguras al no usar el cesto de la ropa sucia! A veces, debo confesarlo, estornudo al flotar sobre la alfombra, hay más polvo en ella que el que he acumulado en mis relatos. Estoy aquí, ¿te das cuenta?, pero, amor mío, has de perdonarme: ¡no sabes cuánto detesto tropezar con tus zapatos!

viernes, 3 de junio de 2011

VIVIR EN UNA PESADILLA.

Se habla mucho de violencia hoy en día, de la violencia que hay en mi país, en mi estado, en mi ciudad; y de cómo la delincuencia organizada parece ir ganando la batalla contra el gobierno; se habla de muerte, secuestro, robos; pero muy poco se habla del daño psicológico y emocional que todo esto nos está ocasionando. Yo veo estos daños en mi madre que después de haber vivido una mala experiencia hace ya un año, que no relataré aquí, no da datos por teléfono aunque esté hablando conmigo y no ha vuelto a salir de casa cuando ya oscureció; lo veo en una amiga que vive al pendiente de las noticias, que se altera cada que escucha las sirenas de las ambulancias y que ha terminado por odiar salir a la calle; lo veo en ellas y muchas más personas, pero hasta ayer no lo había visto con claridad ni en mí, ni en mi hermano que tiene una personalidad muy parecida a la mía. Ayer le conté que había tenido pesadillas, "soñé con un ente que no podíamos atrapar", le dije. "Yo no te conté que el viernes soñé que yendo en el carro, otro auto se detenía bloqueándome el paso y mataba a tres tipos de una camioneta; al matarlos empezaba a voltear para todos lados y me veía, entonces empezaba a dispararme y yo me bajaba del carro y me tiraba bajo él. Desperté muy asustado, por eso el sábado no quise salir en la noche", me contó. Yo me sorprendí de la última afirmación: ¡un sueño tan real provocó que el cambiara sus planes!

 Después de pensarlo entendí que lo que hace más terrible ese sueño es que en efecto, sabemos que algo así realmente puede pasar hoy en día. Entendí su sueño porque hace un mes, en sueño, me vi correr perseguida por hombres armados que llegaron a la parada del transporte público, decenas de estudiantes y yo corríamos al quedar en medio de la balacera. Escondida en una especie de caseta vi cómo eran acribilladas con un balazo en la frente alguno de esos estudiantes y cómo una de esas balas estuvo a punto de darme. Fui perseguida por camionetas y me vi correr cómo jamás podría hacerlo en la vida real; sentí el miedo desbordándose en mi pecho y vi la realidad de la muerte al llegar a un lugar del que no podía escapar. Al despertar el miedo no se borró de mi cuerpo, y quizá jamás se borre.

 A esto hemos llegado: balas invisibles nos traspasan día con día, al escuchar las noticias, los rumores, los miedos; poco a poco se van alojando en nuestra mente todas esas escenas de horror; lentamente nos vamos convirtiendo en la generación que vio la sangre derramada. Nos han hecho daño a todos, con balas reales, con balas invisibles, todos hemos sido tocados ya; sólo espero que algún día todos podamos despertar de esta pesadilla en la que hemos empezado a vivir desde hace más de un año y que podamos curar nuestras heridas.

MIS PESADILLAS.

Desde niña he tenido "pesadillas" con frecuencia; me atrevo a entrecomillar este tipo de sueños porque por lo regular dichas pesadillas estaban acompañadas de brujas, vampiros, hombres lobo y otros monstruos y estos nunca me provocaron mucho miedo.
Durante la adolescencia -y aún ahora- la pesadilla más recurrente fue 'ver' cómo se me caían los dientes (por aquella época yo sufría mucho por usar braquets y lo peor que me podía pasar era ese que ese sufrimiento se viera frustrado por la pérdida de mi dentadura).
El sueño-pesadilla que más veces he tenido desde la infancia está relacionado con una casa de dos aguas que se usaba como almacén de triques en casa de mis abuelos, en el sueño yo siempre entraba a jugar a esa casa y me encontraba con una anciana, a la que siempre catalogué como una bruja, que me hacía preguntas raras y me incomodaba de manera terrible y a la que yo siempre terminaba derrotando a empujones.
No recuerdo muchas pesadillas que me hayan hecho gritar (grito más cuando necesito que alguien me despierte en medio de una parálisis del sueño) o en las que me haya asustado demasiado, porque por alguna razón, en medio de mis sueños tengo la capacidad de tranquilizarme y decir: "Esto no es real, estás soñando"; sin embargo hace un par de meses tuve dos pesadillas en las que el miedo me acompañó muchos días después de haberlas tenido.
En la primera de ellas, yo había sido condenada a muerte y estaba encerrada en una cárcel de mujeres que en realidad era un campo de concentración, mis amigos iban y me visitaban y me aseguraban que hacían todo lo posible para sacarme de ahí antes de que llegara el momento de la ejecución; inclusive me vi envuelta en un plan para escapar de la prisión, pero el plan fue descubierto y la ejecución se adelantó; lo último que recuerdo de ese sueño es a una amiga corriendo tratando de llegar e impedirla y a mí sentada en una silla esperando la inyección letal... Al despertar, obviamente, estaba llorando, la sensación de tristeza y depresión y el vacío en mi pecho duraron muchos días, eso ha sido lo peor que he soñado en toda mi vida.
La segunda pesadilla... esa merece un post aparte.