viernes, 20 de agosto de 2010

ELLOS

Ellos quisieron encontrarse, por una suerte de casualidades, según L, por cuestiones del destino, según C, pero quisieron encontrarse. Ellos quisieron sentir ese nudo en el estómago que va esparciéndo toda una suerte de reacciones capilares, brillos oculares y sudores nocturnos en los cuerpos de los que se miran y se reconocen. Ellos quisieron amarse y lo ocultaron al mundo, porque el mundo quería ocultarles el tan conocido derecho a amar quien quisieran. Ellos quisieron estar eternamente juntos, sin papeles, sin ataduras, unidos solamente por los hilos invisibles del compromiso y el respeto mutuo. Ellos quisieron protegerse el uno al otro y lucharon por obtener el derecho a legalizar su sentimiento. Ellos quisieron tener hijos y enseñarles el valor de respetar todo aquello que veían. Ellos quisieron estar juntos, tuvieron que elegir entre irse o quedarse, pero eso sí, siempre tomados de la mano.

viernes, 6 de agosto de 2010

EL SÍNDROME DE LA HOJA EN BLANCO


Supongo que todos los que tratamos de escribir nos hemos topado con lo que yo llamo: “El síndrome de la hoja en blanco”; en lo personal, ese es uno de mis más grandes problemas, no hablemos ni de la puntuación, ni de las frases repetitivas, ni de la incoherencia en la estructura de mis textos; pues al fin y al cabo, eso se corrige porque se corrige, pero: ¿Y si no hay nada qué corregir? Me he topado con gente que es capaz de escribir a diario, ¿cómo?, no lo sé, pero de verdad me encantaría conocer su secreto, porque yo soy incapaz de escribir siquiera una vez a la semana y tengo la tendencia de borrar o eliminar todo aquello que escribo y no me satisface; siempre olvido que dos de mis relatos surgieron de un par de párrafos que estuvieron guardados durante mucho tiempo, ‘empolvándose’, hasta que un buen día los leí y surgieron nuevas ideas y nuevas historias a las que por fin les encontré un final.
Hubo una época en la que escribía casi a diario en mi antiguo blog, la mayoría de esos textos eran simples divagaciones, sin embargo, cómo quisiera estos días escribir aunque fuera un poco de esas divagaciones para no perder la práctica; en cuanto a escribir empiezo a sentir el mismo temor que siento con mi carrera: ¿estaré olvidando en este trabajo lo que es ser psicóloga?
¿Estaré olvidando lo que es, lo que significa escribir?

©Perla Guijarro

06 de agosto de 2010

jueves, 5 de agosto de 2010

RECUPERANDO ENTRADAS: * SOBREVIVIR*

Hace aproximadamente un año, intenté hacer otro blog, inspirada en el formato y anécdotas de un blog que por una genial casualidad encontré, cree una nueva cuenta y me dispuse a escribir, por desgracia, por una u otra cosa mi 'nuevo hogar' no prosperó y terminé abandonandolo, sin embargo, hay una entrada que quiero compartir en este blog, porque en su momento significó el descubrimiento de una gran verdad para mí, aquí se las dejo, la que una vez fue 'Chica-Lobo' escribió esto hace mucho:




miércoles 15 de abril de 2009


Según la Academia de la lengua española:


Sobrevivir. (Del lat. supervivĕre).
1. intr. Dicho de una persona: Vivir después de la muerte de otra o después de un determinado suceso. 2. intr. Vivir con escasos medios o en condiciones adversas.







Y al fin, hoy, descubro el verdadero significado de esa palabra.

Sobrevivir no significa pasar por una 'crisis existencial adolescente' y pensar que el mundo está en contra nuestra y aún así continuar; sobrevivir no es pensar que estamos solos cuando tenemos todo un universo que nos acompaña; sobrevivir no es sentir que la vida no vale la pena y que aún así estamos obligados a vivirla. No. Sobrevivir es algo real, algo tangible. Sobrevive aquella mujer que me he topado hoy y que sé que trabaja a diario para mantener a sus hijos luego de que su esposo se fuera a Estados Unidos a trabajar y la abandonara; intento imaginar lo difícil que es la vida para esa mujer que vino a la ciudad y luego fue abandonada en ella con dos hijos que mantener. Ella sí que sobrevive, y lo más irónico es que no lo percibe así; lo único que sabe es que sus hijos tienen necesidades que satisfacer y que ella debe levantarse a diario para ir a trabajar y que no les falte lo más esencial.

Pienso en ella y en todas esas personas que a diario sobreviven y que ni siquiera lo saben porque están demasiado ocupadas luchando; pienso todo esto a propósito de todas esas veces que me he sentido fatal y he dicho: 'No, lo mío no es vivir, lo mío es sobrevivir' ¡Qué falsedad! Tuve una buena infancia, mis padres aunque de condición humilde me dieron lo necesario y lo más importante: una carrera universitaria; tuve cuidados y amor, en resumen una vida demasiado fácil, tanto que quizá eso fue lo que me provocó tantos momentos melancólicos y depresivos en mi adolescencia y juventud. Jamás tuve derecho a decir que sobrevivía porque mi condición en realidad nunca fue adversa. Y ahora, ahora que me doy cuenta de ello: quiero vivir, quiero luchar.