sábado, 26 de junio de 2010

HOMENAJE.


...a veces nos preguntamos por qué la felicidad tarda tanto en llegar, por qué no vino antes, pero si nos aparece de repente, como en este caso, cuando ya no la esperábamos, entonces lo más probable es que no sepamos qué hacer con ella, y la cuestión no es tanto elegir entre reír o llorar, es la secreta angustia de pensar que tal vez no consigamos estar a su altura.


El hombre duplicado. José Saramago

viernes, 25 de junio de 2010

NOSTALGIA

Recuerdo que la temporada de lluvias, que ocurría muy pocas veces al año, puesto que el lugar en donde crecí está ubicado en una de las zonas más secas del estado, traía consigo dos sensaciones muy diferentes, por un lado estaba la oportunidad de jugar y mojarse en la lluvia; hacer barquitos de papel y ponerlos en las calles en las que se formaban arroyos por el agua que había caído; ayudar a poner los botes en los que almacenaríamos el 'agua lluvia' que serviría para regar plantas y para bañarse; pararse a mitad de las calles con la cabeza vuelta hacia el cielo para recibir en el rostro las enormes gotas; caminar quinientos metros para bañarse en un arroyo que la mayor parte del año no era más que un camino hundido lleno de lajas; y después de todo esto meterse a la regadera para quitarse el lodo, sintiendo como el agua fría que de ella manaba no tenía punto de comparación con la que momentos antes nos había cubierto el cuerpo. Mi momento favorito venía después del baño, mi mamá nos recibía en la cocina con el aroma de tortillas de harina recién hechas y una taza de té de laurel, la sensación de felicidad que me producía ese momento, hace que cada día lluvioso que vuelvo a vivir me recuerde a esa época de mi infancia y me haga querer regresar a ella..
La contraparte de esta fascinación por la lluvia eran las tormentas eléctricas cuyos truenos me produjeron pavor, hasta que en una ocasión a los once años estuve a punto de ser alcanzada por un rayo, y la electricidad que recorrió mi cuerpo me hizo desplazar ese temor hacia mis verdaderos enemigos: los rayos. En las tardes de tormenta eléctrica, me sentaba en la cocina, con ambas piernas encima de las sillas de mimbre, pues no quería que mis pies en el piso pudieran atraer ningún rayo, como le ocurrió al perro de mi tía abuela, quien dormía placidamente en el cuarto de los triques y fue alcanzado por un relámpago que lo mató instantaneamente. Todo esto a escasos cinco metros de la cocina en la que yo estaba refugiada. El sonido, el olor y la visión de esa bola de fuego, han quedado marcadas en mi memoria, y su recuerdo hace que cada vez que hay tormenta, apriete los ojos y dese encerrarme en mi cuarto...

UN POCO DE INFANCIA.

Nací un once de noviembre. Mi madre dice que al nacer mi complexión era tan larga y delgada que provocó las risas de los doctores, quienes, además, agregaron que sería bailarina de ballet. Se equivocaron. El baile es una de las cosas que jamás conseguiré aprender.
Fui una niña de sonrisa fácil, al menos hasta los cinco años. El recuerdo más antiguo que tengo es a mis padres quedándose del otro lado de la puerta de cristal en el hospital en el que me operaron del pie izquierdo, tenía tres años, eso, y la enfermera que disfrutaba regañándome son dos sucesos que se grabaron en mi mente infantil.
Mi primer año fue desastroso: lloraba todas las noches por el reflujo y por mi intolerancia a la lactosa. Dice mi madre que una curandera le dijo que el lugar en donde yo dormía provocaba mi llanto, así que mi cuna fue cambiada de lugar, sin ninguna mejoría de mi parte, (de los seis a los once años volví a dormir en ese lado de la casa, aterrorizada con la sombra del laurel que estaba afuera, y que en noches de viento golpeaba sus ramas contra la ventana; aún ahora no tolero dormir del lado de la pared, mucho menos si hay una ventana de ese lado); fue esa misma curandera quién le dijo a mi madre que de grande yo sería licenciada y exitosa; al menos llevo cumplido una parte de ese designio.
Supongo que como a los cinco años mi verdadero temperamento salió a la luz y deje de reír por cualquier cosa para convertirme en una niña callada y emotiva, características que prevalecen hasta la fecha. Aprendí a leer a esa edad, amaba las tiras cómicas, Archie y las Patoaventuras, sobre todo, y colorear, cosa que nunca he conseguido hacer bien. Una vez que me inicié en la lectura pude evadirme por completo del mundo y me dediqué a vivir en mi mente; organizando juegos en los que yo era la única protagonista; inventando historias; investigando absurdos y soñando con que al crecer me convertiría en un 'científico loco' que encontraría la solución para todo, ese era el inicio de esta historia...
(C) Perla Guijarro.

TUVE OTRO BLOG

Tenía otro blog, y en él dejé mucho de mí, las personas que más me conocen habrán ido alguna vez, me habrán leído y quizá hayan descubierto cosas de mi que ni siquiera yo sabía; las personas que no me conocen quizá pasen alguna vez y vean la sombra de alguien en algún lugar del mundo que fue creciendo con cada post, que fue evolucionando, que deseó ser borrada, que tuvo fe, que se enamoró, que lloró y sintió odio, alguien tan igual y tan diferente a todos los demás.
Tuve otro blog, pero se fue convirtiendo en algo tan personal que temí que no todos lo entendieran, que temí que mi fama de chica reservada se viniera abajo.
Nunca borraría ese blog, en él dejé mucho de mí, en el está todo lo que sentí y pensé los últimos cuatro años; sin embargo siento que ya cumplió su ciclo,que como diario ya dio todo de sí, que llegué a su última página en blanco...
Por eso inicio otro, nuevas páginas, nueva portada, nuevos amigos, nuevas derrotas, y sobretodo la misma -pero más fuerte aún- esperanza de todos los días.
Comparto con ustedes este nuevo camino, que las páginas nos guíen a lugares insospechados y por qué no: a nosotros mismos.