martes, 13 de diciembre de 2011

JAMÁS Y SIEMPRE.



A veces, somos tan felices con lo que tenemos, con lo que hemos conseguido, con lo que hemos mantenido vivo, fuerte y hermoso a través de los años, que terminamos creyendo que nuestra experiencia podría servirle de algo a los demás, a los que no ha querido correr el riesgo; a los que prefieren callar muchas cosas con el fin de evitar quedarse sin lo poco que tienen. Últimamente me pasa mucho eso, bueno, debo confesar que siempre, aún incluso antes de conocer lo que es la vida, he tenido esa poca tolerancia ante aquellas cosas que no ocurren por el temor de que algo extremadamente malo pase; esta, gracias al cielo, es una de las muchas razones por las que siempre he detestado las telenovelas: jamás entendí por qué los protagonistas inventaban pretextos ridículos para no estar juntos; desde pequeña siempre me dije: “se aman, eso debería bastar para intentar estar juntos”; creo que eso siempre me pareció inconcebible, terrible y absurdo; con el paso de los años me di cuenta de que ese tipo de cosas ocurren en la vida real; de que hay personas que han encontrado a ‘esa persona’ que realmente los hará felices, pero que jamás darán un paso para conseguir esa felicidad por miedo a perder una mirada, una sonrisa, una amistad, el afecto o la presencia de ese ser.

 ‘A veces es mejor quedarse con lo que se tiene que arriesgarse a perderlo todo’, dicen algunos, y no estoy dispuesta a creerlo; no es que yo sea una persona de grandes riesgos; sin embargo, he sabido apretar los dientes, tragarme el miedo y dar el siguiente paso: me fue mal… y me fue bien, y sobre todo, aprendí muchas cosas, continúe con mi vida y un día, al fin, tuve éxito, y ese éxito sigue a mi lado.

Supongo que algunos tienen más cosas que perder que otros, que el miedo es demasiado; que no están listos; que la situación no es tan fácil; creo que lo que intento decir es que las decisiones deben ser tomadas cuando todavía es tiempo de tomarlas; jamás he creído en la impulsividad, pero a veces, sólo a veces, es bueno plantearnos la posibilidad de romper con todo y elegir ser felices, de cerrar los ojos, apretar los dientes y decidir dejar de ser parte de esa historia de ‘JAMÁS pasará nada, pero SIEMPRE existirá la posibilidad’.

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