A veces, somos tan felices con lo que
tenemos, con lo que hemos conseguido, con lo que hemos mantenido vivo, fuerte y
hermoso a través de los años, que terminamos creyendo que nuestra experiencia
podría servirle de algo a los demás, a los que no ha querido correr el riesgo;
a los que prefieren callar muchas cosas con el fin de evitar quedarse sin lo
poco que tienen. Últimamente me pasa mucho eso, bueno, debo confesar que
siempre, aún incluso antes de conocer lo que es la vida, he tenido esa poca tolerancia
ante aquellas cosas que no ocurren por el temor de que algo extremadamente malo
pase; esta, gracias al cielo, es una de las muchas razones por las que siempre
he detestado las telenovelas: jamás entendí por qué los protagonistas
inventaban pretextos ridículos para no estar juntos; desde pequeña siempre me
dije: “se aman, eso debería bastar para intentar estar juntos”; creo que eso
siempre me pareció inconcebible, terrible y absurdo; con el paso de los años me
di cuenta de que ese tipo de cosas ocurren en la vida real; de que hay personas
que han encontrado a ‘esa persona’ que realmente los hará felices, pero que
jamás darán un paso para conseguir esa felicidad por miedo a perder una mirada,
una sonrisa, una amistad, el afecto o la presencia de ese ser.
‘A veces es mejor quedarse con lo que se tiene
que arriesgarse a perderlo todo’, dicen algunos, y no estoy dispuesta a
creerlo; no es que yo sea una persona de grandes riesgos; sin embargo, he
sabido apretar los dientes, tragarme el miedo y dar el siguiente paso: me fue
mal… y me fue bien, y sobre todo, aprendí muchas cosas, continúe con mi vida y
un día, al fin, tuve éxito, y ese éxito sigue a mi lado.
Supongo que algunos tienen más cosas
que perder que otros, que el miedo es demasiado; que no están listos; que la
situación no es tan fácil; creo que lo que intento decir es que las decisiones
deben ser tomadas cuando todavía es tiempo de tomarlas; jamás he creído en la
impulsividad, pero a veces, sólo a veces, es bueno plantearnos la posibilidad
de romper con todo y elegir ser felices, de cerrar los ojos, apretar los
dientes y decidir dejar de ser parte de esa historia de ‘JAMÁS pasará nada,
pero SIEMPRE existirá la posibilidad’.
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