Hoy quiero hablar un poco de mi carácter, de ese que hace que tenga tan pocas amistades y que mi madre se queje constantemente: soy muy malhumorada –enojona, berrinchuda, corajuda, etc., etc.-, y muy explosiva; no es que me enorgullezca de ello, sólo que sé que hay aspectos de nuestra vida que podemos ‘domar’, pero no cambiar; sin embargo, este carácter mío constantemente me acarrea problemas, problemas que curiosamente no son provocados de manera directa por mis ‘episodios de furia’, si no por la ‘fama’ que nosotros los corajudos tenemos, he aquí algunos ejemplos de todos los prejuicios en nuestra contra:
· Cuando intento bromear con mi madre ella siempre termina enojándose argumentando que TODO lo que yo le digo es en serio. ‘Mi hermano te dice lo mismo y con él no te enojas’, argumento yo, pero no hay replica que valga porque ella ya tiene esa idea en la cabeza.
· Cuando estoy callada por largo rato siempre habrá alguien que dirá: ‘¿Qué tienes, estás enojada, verdad?’ Y jamás valdrá mi respuesta de que a veces prefiero pensar a hablar, porque ‘de seguro algo tengo’.
· A veces la gente me miente o me oculta cosas, argumentando que tuvo que hacerlo para que yo no me molestara, y aquí nunca falla: odio las mentiras y termino furiosa cuando sé que alguien me ha mentido.
· Haga lo que haga diga lo que diga, siempre, siempre, termino siendo la mala de la historia, ¿por qué? Porque tengo mal carácter y la gente se figura que eso me hace una mala persona, con un muy malo malísimo malote corazón.
Como decía, no justifico mi carácter, sé muy bien lo poco apropiado que es enojarse hasta las lágrimas; sin embargo jamás dejaré de pensar en lo injusto de todos esos prejuicios que se tienen en contra de nosotros los malhumorados, y en lo realmente tonto que es juzgar a una persona por una sola de sus características emocionales. En lo personal, mantengo un control sobre mi carácter que muchas personas quisieran tener (he visto a narcisistas, histéricos, ansiosos e histriones ahogarse en el pantano de su propia personalidad y hacernos participes de su espectáculo), y con el tiempo he aprendido que hay cosas por las que no vale la pena enojarse, y que ¡hay cosas que por supuesto valen el enojo! No soy autocomplaciente, más bien creo que soy perfectible y que jamás dejaré intentar corregir todo aquello que pueda ser corregido en mi vida; sin embargo a veces es necesario admitir que LOS PREJUICIOS LASTIMAN DEMASIADO.
Una vez alguien me dijo que las personas como yo, e intuyo que eres de las mías, estamos destinadas a ser un tanto solitarias porque muchos a nuestro alrededor no entienden nuestra lógica. Después de todo no es tan malo porque la vida misma se encarga de acercar a los que tenemos esa lógica distinta.
ResponderEliminarA mí me pasa mucho eso cuando me dedico también a pensar pero, después de tanto, ahora contesto que si Dios (quienquiera que para ellos sea, pero tampoco entro en polémica) nos dio dos oídos y una boca, tal vez es porque es más importante escuchar que hablar. Así de simple te los quitas de encima porque no saben qué decir, creo.
Mando muchos abrazos.
Entiendo a la perfección lo que dices, he sido lastimada por tantos prejuicios como esos ...
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