Hay quienes caen en su propia trampa. Los hay. Igual que aquellos que se dejan devorar por la noche. Que cierran los ojos y dan un paso hacia la línea. Hacia el hilo. Un paso en un punto sin retorno.
Otros más cuelgan cortinas en lugares que no les pertenecen. Pintan paredes, atornillan puertas. Colocan el decorado que otros no verán. Los hay. Los otros. Esos que no conocen más que los nombres que los días colocan en su patio. Esos que evitan el paso hacia el punto sin retorno. Y la línea. El hilo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario