ROSTRO QUE SUEÑA.
Tocar un cuerpo que duerme,
darle forma de sueño en la noche que se abre,
acariciar su presencia subterránea,
el aletear de búhos en sus dedos.
Tocar una cintura palpitante,
ceñir su talle para adentrarse en una trampa,
resbalar
resbalar
resbalar
entre unos muslos,
sentir el aroma fresco de sus cuencos.
Tocar un cuerpo que duerme es trepar los muros de la noche,
un salto inmenso al corredor de la memoria.
Un rostro que sueña,
un brazo que duerme,
un corazón cerrado a la vigilia
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