martes, 29 de octubre de 2013

CARNE.



No necesitabas nada. Solo el sonido de aquella canción que hacía cerrar tus ojos. Nada. Ni siquiera a mí a veces. Toda oscuridad reducida a fuego. Todo sedimento dispuesto a ser moldeado: Tú.

Vasto conocimiento y vasta ignorancia. El alimento eran tus ojos. La sencillez y el movimiento de tus manos. No necesitabas nada, de mí y del mundo nada. Todo lo que al besar un cuerpo nos incumbe. La desnudez, la sombra y el sonrojo.

Yo podría tal vez en otros vestigios. Podría tal vez. Crear un lenguaje que abarcara tus silencios. Suplicar tu voz. Podría tal vez ser necesaria. No cambiaría nada, ni la carne ni los dioses que a ella se someten. Nada.

Esa sería la suplica y el desdén. Tu fuerza y tu quebranto. Acelerar el estallido/ el rugir de las vértebras. Acomodarse en una esquina mientras pasas. Yo podría tal vez. Pero no.

Para arrasarlo todo, tu sola carne basta.
Para arrasarme toda, tu sola carne basta.

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