domingo, 1 de septiembre de 2013

Neblina en la carretera.

Esta noche: esa noche.
Dijimos que era neblina. Que no era nada.
[Esa noche].
Las palabras al día siguiente.
No eran nada.
Tampoco la neblina.
No había un sol.
Y la extraña petición.
Más extraña que el autobús que fue abandonado.
“Tengo que irme”, dijiste en el último escaño.
“Tengo que irme” y ya no estabas.
Dijimos que no era nada.
Que esa neblina no era nada.
[Y la extraña petición].

Ahora viajo en lo enormidad de un autobús vacío.

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