La tarde se deshace
en tristes lluvias gotas, la respiración se acorta, el cuerpo se prepara para
el sueño y yo, imaginariamente en tus brazos habito.
El trabajo diario, la
precisión marcada en el reloj, el ocaso del día viven en mis manos; solo sobre
tu piel pierdo el hastío, acomodada en tu sexo se diluye la cortina del miedo;
solo durmiendo en tu mirada el corazón descansa, se orquesta el gravitar del
tiempo; en tu noche amanezco; duermo en el oscilar de tu canto, soy la
respiración que se adhiere a tus caderas.
Solo en tu voz
respiro, solo en tu voz me recupero.