Hace un instante, buscando distracción para mi mal humor, he descubierto el poder de la palabra, y sobre todo el poder curativo de la poesía, de sus versos, de su ritmo. Me he olvidado por un momento de todo aquello que me estresa, que me irrita terriblemente y que provoca que mi estómago se contraiga irremediablemente, haciéndose daño.
“A TI NO TE DERRIBARÁ la muerte.
A ti jamás te tocará el olor maldito de la tumba”… dice Óscar Wong, y yo le creo, creo en esos versos como no soy capaz de creer en los extraños.
"Este es el tiempo de vivir, el único..." me dice Jaime Sabines, y sonrío, porque es cierto, correcto o no, el único modo correcto para vivir es vivir, cada quién sabrá la fórmula correcta, su fórmula correcta.
"Quién sabe qué consejos voy a inventar aún y qué atajo hallaré para no seguirlos..." murmura Benedetti y me doy cuenta de que puedo inventar una sonrisa en este rostro cansado, una esperanza en este espíritu que a veces sólo quiere dormir un par de años, quién sabe qué consejos, quién sabe qué versos habrán de ser un remedio para el alma.
©Perla Guijarro